jueves, 15 de marzo de 2012

SIMONE DE BEAUVOIR Y EL FEMINISMO MODERNO

El pensamiento de Simone de Beauvoir deriva de dos factores: la influencia del existencialismo francés y su condición de mujer.

Su obra filosófica interpreta el existencialismo como una filosofía de la libertad, como portador de una nueva ética, tanto en lo privado como para lo público. Es una filosofía del compromiso, que encuentra que el individuo y el mundo se hallan completamente unidos, por lo que no es posible una liberación egoísta y solitaria de los individuos. Y es una ética política y comunitaria: problema político y problema ético son dos caras de la misma moneda. Pero la moral no puede dar recetas, no existe una “moral abstracta”, independiente de cada situación concreta, válida para cualquier situación. Es la situación la que decide la suerte de cada valor.

Sin duda la obra fundamental de Beauvoir es El segundo sexo (1949), que se ha convertido en la base de un nuevo feminismo centrado en la investigación de la identidad femenina y de la relación entre los sexos. El segundo sexo es un estudio sobre la mujer cuyo objetivo es conseguir que la feminidad se reencuentre a sí misma. La estructura del ensayo consta de cuatro partes:

1) En la primera se analiza el “ser mujer” a la luz de la biología y de la psicología, es decir, la consideración que las ciencias han hecho de la mujer. La ciencia, dice Beauvoir, nos revela la “realidad material” del “ser mujer”, pero no nos dice ni qué “debe ser” una mujer ni qué “puede ser”. La libertad de ser de la mujer, por tanto, no puede deducirse de las ciencias.
2) La segunda parte del libro afronta el “ser mujer” desde el punto de vista de la historia. Lo que la mujer ha sido, según cuanto nos ilustran la historiografía, la literatura y las ciencias sociales. Pues bien, históricamente, la presencia de la mujer ha sido una “presenciaausencia”: una presencia real en el mundo, que está ausente de la historia escrita y hecha por los hombres. Salvo algunas importantes excepciones, la mujer ha sido lo que el hombre ha querido que fuese.
3) La tercera parte está dedicada al estudio de la “imagen” femenina creada por la literatura.
4) La cuarta parte es un análisis de la “experiencia vivida”, de las vivencias femeninas, descrita de forma evolutiva a través de las distintas edades de la vida, desde la infancia hasta la vejez. No trata aquí de enunciar verdades, sino de describir las experiencias comunes sobre las que se origina cada existencia femenina particular.

¿Cuál es el resultado de su estudio? Beauvoir concluye que la condición femenina en el presente tiene una doble cara. Por un lado, las mujeres han alcanzado, de hecho, su plena integración en la sociedad, ya no es el momento de reivindicaciones generales o de las luchas iniciales por la conquista de derechos. Ahora es necesario que la mujer descienda a lo individual y profundice en el conocimiento de sí misma. Ese tránsito de la mujer como “colectivo” (en lucha por su emancipación social y política) a sujeto individual, a individuo consciente que trata, como cualquier ser humano, de crearse su propio destino, es el legado fundamental de Beauvoir al feminismo posterior.

Para una mujer, conocerse a sí misma es un trabajo difícil. Si analiza la cultura oficial, descubre que es simplemente “la otra”, un fragmento de la civilización de los hombres: sin pasado, sin historia. Todas las identidades que se le proponen la consideran una “minoría social”, una ausente de la realidad. Y es precisamente desde ese descubrimiento de ser la ausencia desde el que la mujer debe empezar la búsqueda de su propia identidad. Debe negarse a ser “lo otro” de la identidad masculina. Debe interrogarse tanto sobre su propia historia individual como sobre su historia como “género femenino”, como “segundo sexo”. Es la mujer la que tiene que decidir “qué es la mujer”, y reconstruir desde esa realidad sus relaciones con el otro sexo.

También en PDF: Simone de Beauvoir