En la historia de la vida de un individuo podemos
identificar el mismo proceso. El nacimiento supone, en cierta manera, abandonar
una dependencia absoluta respecto a la madre para adquirir otra relativa. La
evolución, la educación, la maduración, no comportan más que continuar esta
transformación que se inicia en el momento del parto. Cuanto más crece el niño,
más desarrolla la búsqueda constante de libertad e independencia. Mientras el
individuo no es capaz de cortar el cordón umbilical que lo liga a su familia, a
sus amigos o incluso a una clase social determinada, no es capaz de
experimentar una libertad real. La existencia propiamente humana comienza, por
tanto, cuando se supera esta determinación primordial, ya sea biológica o psicológica
o social, para alcanzar la libertad.
Josep
Muñoz Redon, El libro de las preguntas
desconcertantes.