¿Cuál es la relación que el ser humano mantiene con la naturaleza? ¿Debe ésta estar al servicio del hombre? Hay dos formas diferentes de contestar a estas preguntas: contemplar la naturaleza como algo extraño a nosotros, sin saber cómo abarcarla; o sentirnos parte de la naturaleza, integrados en ella.
La primera perspectiva corresponde a lo que se llama visión mecanicista del mundo. Desde esta óptica, el ser humano considera la naturaleza como un instrumento exclusivamente a su servicio, que le puede suministrar recursos sin fin.
La segunda es una visión vitalista: el hombre se considera un organismo más dentro del conjunto que forma lo que llamamos “vida”.
En el campo de la filosofía hay muchos autores y épocas caracterizados por compartir la perspectiva vitalista. El siglo XIX fue un siglo en el que la preocupación por la vida, su significado y su complejidad, ocupó a muchos autores. Pero podemos destacar a Friedrich Nietzsche y, en España, a José Ortega y Gasset.
FRIEDRICH NIETZSCHE (1884–1900). Uno de los fundamentos de la filosofía de Nietzsche era pensar que, a partir de Sócrates, la civilización había entrado en una larga decadencia. En el siglo XIX esta decadencia se mostraba en la incapacidad de las distintas ciencias de entender y explicar lo que llamamos la complejidad de la vida.
Según las ciencias, la realidad se reduce a leyes invariables que el hombre puede llegar a conocer. Para Nietzsche esto significaba que el ser humano se convertía en simple espectador de lo que sucedía a su alrededor. Y se rebela contra esta forma de entender la relación entre el hombre y el mundo. Su filosofía afirma, como contrapartida, los aspectos más instintivos, más vitales del hombre, que no pueden reducirse a leyes científicas.
El vitalismo de Nietzsche afirma la parte más irracional del ser humano (aunque no en sentido negativo). Se opone a cualquier concepción del pensamiento que intente separar, dividir o fragmentar la realidad vital. Así el hombre queda situado en el mundo como un ser viviente entre otros seres vivientes. Al sentirse “parte de”, se suprimen las barreras que no existen, y se contribuye a la comprensión global de la relación hombre/naturaleza.
Aplicado su vitalismo al campo de la moral, Nietzsche habla de dos tipos de moral: moral de esclavo y moral de señor. La moral de esclavo es la que encorseta al hombre, al valorar lo sobrehumano y apartarlo de lo fundamental: lo que de instintivo hay en el hombre. La moral de señor afirma los aspectos esenciales del hombre: la vida en toda su complejidad. Es a partir de la vida que el hombre tiene que crear los valores que lo liberen; no hay valores eternos.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1883–1955). Para Ortega, la realidad indubitable es la vida, pues lo primero (antes incluso que pensar) es vivir. Por eso dice que la vida es la realidad radical. No es sólo el pensamiento (el yo), ni sólo el mundo independiente del sujeto (la circunstancia), sino ambas realidad: el yo más las circunstancias; esto es: la vida (vitalismo).
Pero cada vida tiene su perspectiva vital. No hay una sola verdad, sino muchas que se complementan (perspectivismo). La vida del ser humano es una aventura, una empresa, un quehacer conforme a un proyecto. El ser humano va siendo y des–siendo, va viviendo. Es, pues, historia. Y la no realización del proyecto causa infelicidad. Si queremos ser felices hemos de asumir deportivamente los fracasos, volver a intentarlo aun a pesar de la adversidad de las circunstancias.
Según Ortega hay que considerar el “yo” coexistiendo con el mundo. «Yo soy yo y mis circunstancias». El filósofo debe decidir primero qué es la vida, qué sentido tiene vivir. Y así Ortega nos ofrece una descripción de los diferentes aspectos o rasgos esenciales que conforman la vida:
- La vida es la realidad radical, y a ella tenemos que referir las demás realidades
- Vivir es encontrarse a sí mismo en el mundo y ocupado con las cosas y los seres del mundo.
- La vida no nos la dan hecha. Vivir es decidir constantemente lo que vamos a hacer: «Mi vida antes que simple hacer es decidir un hacer, es decidir mi vida».
- La vida es un proyecto, es ocuparse de algo con vistas a realizar ese proyecto. Es, pues, futuro.
BIBLIOGRAFÍA:
VV.AA. Praxis. Manual de Ética 4º ESO, Octaedro, Barcelona, 1995
José R. AYLLÓN, Marcial IZQUIERDO y Carlos DÍAZ, Historia de la Filosofía, Ariel, 2004
También en PDF: Vitalismo: Ortega y Nietzsche
También en PDF: Vitalismo: Ortega y Nietzsche