Mucho antes que los prehistoriadores se ocuparan de este rompecabezas, pensadores y filósofos se habían apasionado, desde la remota antigüedad, por el problema. Hubo quien se preguntó si el pensamiento podía existir sin palabras, otros aseguraron que Adán y Eva hablaban en hebreo, como pretendieron en una época los comentadores de la Biblia.
En la actualidad, por más que sigamos sin poseer las claves del problema, un buen número de prehistoriadores han adquirido la convicción de que el Homo erectus se comunicaba con mayor o menor habilidad por medio de la palabra.
En efecto, tal fue la complejidad de la cultura de esos fabricantes de herramientas que conocían la utilización del fuego y vivían de la caza y la recolección, que necesariamente tuvieron que nombrar objetos, plantas, animales, identificar lugares e intercambiar ideas.
EI alcance de sus actividades exigía, sin ningún asomo de duda, la utilización de medios de comunicación bastante elaborados, muy superiores ya a los empleados por los monos. Es cierto que no todo el mundo está de acuerdo con este punto de vista antropológico. Algunas reconstrucciones del aparato fonador de algunos hombres fósiles parecen indicar que la adquisición del lenguaje es un fenómeno mas reciente. En cualquier caso, por más que rudimentario, ese lenguaje compuesto de frases simples pronunciadas lentamente pudo estar acompañado de un gran numero de otras señales acústicas o visuales: gritos, silbidos, gestos faciales. Esos hombres también pudieron recurrir al lenguaje manual a imitación del lenguaje de los sordomudos o el utilizado en algunos casas por las tribus de Nueva Guinea o los bosquimanos.
H. THOMAS, Nuestros orígenes, el hombre antes del hombre.