La transformación de las técnicas del combate y del armamento a mediados del siglo VII transforman no sólo el arte de la guerra, sino la imagen misma del guerrero y su puesto en el orden social. El hoplita es el combatiente de a pie, con armadura entera, pica y gran escudo, que pelea en formación cerrada, codo con codo unido a sus iguales, en una formación estricta, de falange primitiva. Es un nuevo tipo de guerrero, opuesto al antiguo jinete que pelea en solitario y arroja sus lanzas como los héroes iliádicos. Todos los ciudadanos que pueden costearse el pesado armamento del hoplita forman el cuadro solidario de esa tropa disciplinada, que defiende a la ciudad. No son ya los caballeros de la aristocracia quienes forman el núcleo del ejército, sino estos hoplitas ciudadanos, pequeños propietarios libres que, luego, harán valer en la asamblea del demos sus derechos.
Carlos García Gual, “La Grecia Antigua”,
en Fernando Vallespín (ed.), Historia de la Teoría Política (vol. 1)
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