¿Qué quiere decir que el calentarse, alimentarse, caminar son
necesidades del hombre? Sin duda que
son ellas condiciones naturalmente necesarias para vivir. (…) Este vivir es,
pues, la necesidad originaria de la que todas las demás son meras consecuencias.
(…).
Y, por lo visto, este empeño es tan
grande, que cuando el hombre no puede satisfacer las necesidades inherentes a
su vida, porque la naturaleza en torno no le presta los medios inexcusables, el
hombre no se resigna. Si, por falta de incendio o de caverna, no puede
ejercitar la actividad o hacer de calentarse, o por falta de frutos, raíces,
animales, la de alimentarse, el hombre pone en movimiento una segunda línea de
actividades: hace fuego, hace un edificio, hace agricultura o cacería. Es el
caso que aquel repertorio de necesidades y el de actividades que las satisfacen
directamente, aprovechando los medios que están ya ahí cuando están, son
comunes al hombre y al animal. (…) Lo que pasa es que (…) el animal, cuando no
puede ejercer una actividad de su repertorio elemental para satisfacer una
necesidad –por ejemplo, cuando no hay fuego ni caverna–, no hace nada más y se
deja morir. El hombre, en cambio, dispara un nuevo tipo de hacer que consiste
en producir lo que no estaba ahí en la naturaleza, sea que en absoluto no esté,
sea que no está cuando hace falta. (…) Así que hace fuego cuando no hay fuego,
hace una caverna, es decir, un edificio, cuando no existe en el paisaje, monta
un caballo o fabrica un automóvil para suprimir espacio y tiempo. Ahora bien,
nótese que hacer fuego es un hacer muy distinto de calentarse, que cultivar un
campo es un hacer muy distinto de alimentarse, y que hacer un automóvil no es
correr.
José Ortega y Gasset, Meditación sobre la técnica,
Alianza, 2002 (pags. 24–25)