Ciencia y filosofía forman un continuo.
La filosofía es la parte más global, reflexiva y especulativa de la ciencia, la
arena de las discusiones que preceden y siguen a los avances científicos. La
ciencia es la parte más especializada, rigurosa y bien contrastada de la
filosofía, la que se incorpora a los modelos estándar y a los libros de texto y
a las aplicaciones tecnológicas. Ciencia y filosofía se desarrollan
dinámicamente, en constante interacción. Lo que ayer era especulación
filosófica hoy es ciencia establecida. Y la ciencia de hoy sirve de punto de
partida a la filosofía de mañana. La reflexión crítica y analítica de la
filosofía detecta problemas conceptuales y metodológicos en la ciencia y la
empuja hacia un mayor rigor. Y los nuevos resultados de la investigación
científica echan por tierra viejas hipótesis especulativas y estimulan a la
filosofía a progresar.
En griego clásico las palabras "ciencia" [episthéme] y "filosofía" [philosophía] se empleaban como sinónimos. Ambas se referían
al saber riguroso, y se contraponían a la mera opinión infundada [doxa].
Lo que nosotros llamamos ciencia se originó en el siglo XVII, con la pretensión
de ser una filosofía más rigurosa y fecunda que la practicada hasta entonces. A
este surgimiento contribuyeron numerosas personalidades, entre las que destaca
Isaac Newton, el fundador de la física moderna… [y su obra capital lleva el
título de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica].
Jesús MOSTERÍN, Ciencia viva,
Espasa Calpe, Madrid, 2001 ▶