viernes, 28 de diciembre de 2012

FUGITIVA CIUDAD


LA VOZ BEBIDA, la voz acariciada la voz
llorada.
               El ronco terciopelo
de aquellas noches
que nunca terminaban, o el pronombre nosotros
y la niebla y el frío y los bolsillos
vacíos de monedas y repletos de vida,
de crepúsculos de pana o de vaqueros,
de coñac bien caliente y de extrarradios,
de vida irrepetible y de extrañas banderas
compartidas.
                        Nunca la voz
fue tan propicia, se acopló de este modo
al aire de la calle, al temblor de tu mano,
a la noticia apresurada
de un forzado retorno, cuando ya eran las diez,
a las habitaciones de la infancia.


Manuel RICO, Fugitiva ciudad,
Hiperión, 2012