domingo, 13 de octubre de 2013

EL LENGUAJE

La posición erguida, el uso de las herramientas y la caza social fueron las etapas iniciales del proceso de hominización, aunque todas ellas tenían amplios precedentes en otras especies animales. También los chimpancés caminan a veces rectos y emplean herramientas (por ejemplo, palos mojados con saliva que introducen en los agujeros de los termiteros para cazar hormigas). Los alimoches usan piedras para romper huevos de avestruces. Y los licaones y los lobos son cazadores sociales, igual que los hombres primitivos. El paso decisivo en la hominización fue la aparición del lenguaje, seguramente como medio de comunicación progresivamente flexible, al servicio de la mejor coordinación de la caza social. Los grupos protohumanos menos dotados para la comunicación desaparecían frente a la competencia de los grupos más comunicativos, los cuales podían coordinar con mucho mas éxito las acciones de caza, y podían idear y planear acciones cada vez más complejas. El lenguaje, en efecto, no sólo sirve para comunicarse con los demás, sino también para pensar, planear y razonar.

Para hablar hace falta un aparato fonador adecuado, unas cuerdas vocales y una coordinación muscular precisa. Sólo el hombre posee un aparato así. Los chimpancés, por ejemplo, por más listos que sean, no pueden proferir la variedad de sonidos coordinados necesaria para hablar. Por eso no es raro que sea mucho más fácil enseñar a un chimpancé a comunicarse con nosotros con signos manuales (como los de los sordomudos) o incluso con signos gráficos (cartas con dibujos) que mediante proferimientos de sonidos bucales. Sin embargo, aparte de un aparato fonador y de un oído adecuados, para hablar es necesario un cerebro preprogramado genéticamente para el aprendizaje y el uso del lenguaje. Esta preprogramación tan sólo la posee nuestro cerebro. Los otros animales, incluso los chimpancés, no están programados para usar un código simbólico tan enormemente complejo como el lenguaje. La programación genética del cerebro humano por el lenguaje es el resultado de millones de años de evolución, durante los cuales el cerebro crecía de tamaño para adaptarse a esta programación progresivamente compleja. Nosotros somos los descendientes de aquellos homínidos en los cuales se produjeron las mutaciones y recombinaciones genéticas que favorecieron el citado proceso. Los otros desaparecieron, victimas de la concurrencia de sus congéneres más locuaces y, por tanto, mas eficaces en la organización de la caza.

En definitiva, es igual decir que el humano ha hecho el lenguaje como decir que el lenguaje ha hecho al humano. Y todas nuestras diferencias serias respecto al resto de especies animales se reducen a esta: el uso del lenguaje.



Jesús MOSTERÍN, «El lenguaje»,
Grandes temas de la filosofía actual (1981)