lunes, 14 de mayo de 2012

CONOCIMIENTO POLÍTICO Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO


Hay una notable paradoja propia del conocimiento político; que siendo un saber inferior en cuanto tal saber científico, resulta sin embargo exigible de todos los sujetos. En términos aristotélicos el conocimiento teórico, al tratar de objetos sometidos a la necesidad de lo que sucede siempre de la misma manera, aspira a ser riguroso, demostrativo, universal y verdadero. El conocimiento práctico, por el contrario, al referirse a la acción humana y por tanto a las cosas que dependen de nuestra libertad, tendrá que ser impreciso, sólo aproximado con un alcance particular, persuasivo y más o menos verosímil. Y es que, como sus objetos pueden ser de esta manera o de la otra según convenga al individuo o a su comunidad, puesto que en definitiva por ellos buscamos saber cómo y cuándo actuar…, este conocimiento se dirige a delimitar opciones, nutrir la deliberación y, a fin de cuentas, fundar una elección o justificar una decisión. Por medio de aquel conocimiento teórico cabe dar con algunas certezas, mientras que en el práctico (es decir, ético o político) nos movemos siempre entre opiniones más o menos provisionales. Y, con todo, existen varias razones por las que este último conocimiento de lo libre o no necesario resulta el más imprescindible para cada individuo y su comunidad

Aurelio ARTETA (ed.), El saber del ciudadano, Alianza, Madrid, 2008 (pags. 35–36)