La
filosofía es una interpretación que aspira a ser total, razonada y autónoma.
Interpretación quiere decir representación en la que se asigna a cada parte de
lo representado un sentido, una función o un puesto dentro del todo. Total,
porque no hay nada que no pueda, en algún aspecto o condición, ser objeto de
esa interpretación. Razonada (o como dirían otros: racional) porque requiere
razones, esto es, porque la única justificación de esa interpretación es el
propio ajuste de las partes en el todo y la utilidad de la propia teoría en
cuanto instrumento de su orientación conceptual en el laberinto de la realidad.
Autónoma, porque su justificación última no le viene de ninguna otra forma de
pensamiento o tipo de discurso. Como ya he dicho, la filosofía da razón de
todo, incluso de sí misma. Se autojustifica o, llegado el caso, se autoelimina.
José
Hierro S. Pescador, Principios de
Filosofía del Lenguaje,
Alianza,
Madrid, 1984 (pg. 13) ▶