viernes, 12 de octubre de 2012

MEDUSA


“La película era aterradora en su sencillez, pulcra y devastadora como una máquina de eviscerar.
La cámara había sido colocada en una pequeña elevación, en un ángulo unos grados por encima de donde tenía lugar la acción, una extensión de campo raso, sin flores ni arbustos. La imagen quedaba pues, un tanto inclinada, de modo que el espectador tenía la certeza de contemplar algo que ocurría por debajo del filmador.
La secuencia, rodada en blanco y negro, era brutalmente monótona. Una fila de prisioneros lituanos esperaba a la izquierda. La cámara mostraba, indefectiblemente, a tres de ellos. Ni uno más ni uno menos: siempre tres. Un muro de piedra basta, de una altura aproximada de cuatro metros, aguardaba por los prisioneros a diez pasos. A derecha e izquierda del muro había dos miembros del cuerpo de Stahlecker, el nefando Einsatzgruppe A”.


Ricardo MENÉNDEZ SALMÓN, Medusa,
Seix Barral, barcelona, 2012 (págs. 12-13)