Es evidente que en el hombre la percepción no se limita a la
estimulación por medio de una energía física. De hecho, se sabe desde hace
tiempo que los estímulos visuales pueden ser ambiguos. Por ejemplo, en la
imagen de Boring se puede ver a una mujer joven que mira hacia atrás en escorzo
o a una mujer vieja vista de perfil. Pero en ningún caso se pueden ver las dos
figuras al mismo tiempo. A una misma imagen física le pueden corresponder
varias construcciones mentales. La percepción no se reduce, pues, a la
estimulación por parte de una energía luminosa, sino que consiste también en un
proceso de reconstrucción e interpretación de la imagen.
Este
ejemplo [y otros parecidos] demuestran que la relación entre el estímulo y su
percepción no es directa: nuestra mente efectúa cálculos y recurre a nociones
abstractas, como las de objeto, forma o espacio. La percepción está lejos de
ser una copia de la realidad. Es también un proceso de interpretación, de
representación. Es, pues, imposible definir un estímulo de modo puramente
físico, sin tener en cuenta las construcciones mentales efectuadas por el
organismo.
Jacques MEHLER y Enmanuel
DUPOUX,
Nacer sabiendo. Introducción al desarrollo cognitivo
del hombre.