martes, 13 de septiembre de 2011

LA INEXACTITUD MÁS VERDADERA

Entrevemos que la verdad científica, la verdad física, posee la admirable calidad de ser exacta, pero es incompleta y penúltima. No se basta a sí misma. Su objeto es parcial, es sólo un trozo del mundo y además parte de muchos supuestos que da sin más por buenos; por tanto no se apoya en sí misma, no tiene en sí misma su fundamento y raíz, no es una verdad radical. Por ello postula, exige integrarse en otras verdades no físicas ni científicas que sean completas y verdaderamente últimas. Donde acaba la física no acaba el problema; el hombre que hay detrás del científico necesita una verdad integral y, quiera o no, por la constitución misma de su vida, se forma una concepción enteriza del Universo.

Vemos aquí en clara contraposición dos tipos de verdad: la científica y la filosófica. Aquella es exacta, pero insuficiente; ésta es suficiente pero inexacta. Y resulta que ésta, la inexacta, es una verdad más radical que aquella ―por tanto y sin duda, una verdad de más alto rango― no sólo porque su tema sea más amplio, sino aún como modo de conocimiento; en suma que la verdad inexacta filosófica es una verdad más verdadera.

José ORTEGA Y GASSET, ¿Qué es la filosofía?