domingo, 26 de junio de 2011

LOS SOFISTAS Y EL RELATIVISMO ÉTICO


Se llama "relativismo" a la tendencia ética que considera que lo que es bueno o malo depende de las circunstancias. Es decir, contrariamente a la idea de que bien y mal son cosas absolutas, que se mantienen por encima de los cambios históricos o geográficos, el relativismo considera que lo bueno y lo malo sólo puede determinase en unas circunstancias particulares, nunca en general. Así, por ejemplo, en algunas épocas y culturas se ha considerado legítima la apropiación de aquello que se consigue por derecho de conquista; en otras, se considera legítimo quitar los clientes a la competencia o adquirir una empresa con trampas… Los valores aceptados en la guerra de conquista o en la cultura de los negocios, respectivamente, servirían como ejemplo para definir lo bueno o malo aplicado a "casos concretos".


Hacia el siglo V a. C., en algunas ciudades de Grecia se inicia una forma de gobierno que conocemos como democracia. En ella, los ciudadanos discuten y deciden, en la Asamblea, sobre el gobierno de su ciudad. Esto supone una situación nueva: el triunfo personal depende ahora de la propia elocuencia y la capacidad de argumentar. La única manera de obtener influencia política consistía en triunfar en la Asamblea. Y allí no servía de nada ser miembro de la mejor familia o ser el más rico, sino ser el que mejor habla. No es, pues, de extrañar que hubiese un gran interés por aprender a hablar elocuentemente y argumentar persuasivamente.

Los sofistas son maestros ambulantes, profesionales de la enseñanza, sabios que "Venden su saber": enseñan a jóvenes pudientes sobre nuevos problemas (antropología, derecho, política), arrinconando las abstractas discusiones de los filósofos anteriores sobre cosmología. Critican las costumbres, la religión, las instituciones. Son sobre todo profesores de retórica, maestros que enseñan la habilidad de discutir, lo que permite defender los propios puntos de vista frente a los demás en la Asamblea de la ciudad. Pero enseñan igualmente a argumentar, a ver los dos lados o dos caras de cada cuestión o problema y a ser capaces de defender cualquiera de los dos. Se dice por eso que introducen el relativismo al enseñar del discurso doble: o sea, saber discutir el "sí" y el "no" de una misma cuestión.

Las leyes (que son las que delimitan el bien y el mal en una ciudad) serán fruto de esa discusión. En una sociedad democrática, aquello que se considera un bien se decide por consenso. Pero como los intereses de las personas pueden cambiar, las leyes que surjan de una discusión democrática también pueden hacerlo. Viajeros infatigables y observadores de la vida política y social de su época, nadie tenía una idea más clara de la relatividad de las costumbres y las normas morales y políticas como los sofistas. Ellos contribuyeron más que nadie a establecer la distinción entre la convención o ley nómos, por un lado, y naturaleza –physis por otro. Las normas morales y políticas no forman parte del orden necesario de la naturaleza de que hablan los cosmólogos, ni son expresión de la voluntad de los dioses, sino que son meras convenciones de los hombres.

BIBLIOGRAFÍA:
– Manuel SATUÉ y Llàtzer BRIA, ¿Qué sabes de ética?, Alhambra, Madrid, 1995
– Jesús MOSTERÍN, La Hélade, Alianza, Madrid, 2006
– VV. AA., Praxis. Manual de Ética para 4º ESO, Octaedro, Barcelona, 1995

También en PDF: Los sofistas: el relativismo ético