sábado, 8 de octubre de 2011

DAVID HUME: EL EMOTIVISMO MORAL


El emotivismo es la teoría ética que defiende la imposibilidad de comprobar si los juicios morales son verdaderos o falsos. Según esta teoría, nuestras valoraciones morales proceden exclusivamente de los sentimientos de agrado o reprobación que tenemos ante la contemplación o ejecución de determinadas acciones que poseen una interpretación moral.


Se considera a David Hume (1711-1776) como el primero que sistematizó el emotivismo moral. Siguiendo sus criterios para determinar qué conocimientos pueden considerarse objetivos y cuáles no, creyó que únicamente podían ser conocidos objetivamente los hechos de la experiencia. Más allá de ésta, dice, el conocimiento es imposible.

El problema surge porque los conceptos de la ética (bien, mal, justo, etc.) son propiedades abstractas que atribuimos a los objetos, a los actos o a las situaciones, pero no son hechos. Por ejemplo, un hecho algo que puedo percibir y por tanto conocer es cuando observo que alguien toma ilegítimamente una propiedad que no es suya (robo). Así puedo afirmar con total rotundidad: "X ha robado". Sin embargo, si yo afirmo a continuación: "el robo es malo", me encontraré con que no estoy describiendo un hecho (robar), sino tan sólo estableciendo una valoración moral (robar es malo). Dicha valoración, al no ser un hecho, no puede ser objeto de conocimiento por parte de la razón.

Ahora bien, si los juicios morales no se refieren a hechos, ¿qué expresan exactamente? Según Hume, únicamente sentimientos, deseos o intereses, es decir, estados emotivos del sujeto que emite el juicio moral, y a través de los cuales éste manifiesta su conformidad o rechazo moral de la acción. Expresado en palabras del propio Hume: "Mientras dirijas tu atención al objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás hasta que dirijas tu reflexión hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación, que brota en ti mismo, respecto a tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objeto del sentimiento, no de la razón".

Al no aceptar que la moral es ajena al ámbito del conocimiento racional, todos los sistemas éticos existentes hasta el siglo XVIII cayeron en lo que Hume denomina la falacia naturalista: es decir, derivar la moral (el deber ser) de las leyes de la naturaleza (lo que es). Y ese paso, señala Hume, esconde un error lógico: el deber ser no puede deducirse del simple ser. Dicho de otro modo, las cosas son como son, no como deben ser. El deber es una valoración que nosotros realizamos a causa de nuestro sentimiento de aprobación o rechazo moral.

Dos cuestiones más merecen destacarse de la ética de Hume. Una, que la valoración moral no debe quedar únicamente en la apreciación personal de agrado o rechazo ante una acción: hay que abstraer los aspectos personales que pueden influir en ella (intereses, aprendizajes culturales previos, deseos individuales, etc.) para intentar que ese sentimiento coincida con un sentimiento universal de rechazo o aprobación similar ante esa acción. (Se trata así de evitar el subjetivismo a la hora de valorar una acción moral). Dos, la identificación de la aprobación moral con el criterio de utilidad (lo útil se percibe como bueno), idea en la que se inspiraría posteriormente Bentham para sentar las bases teóricas del utilitarismo moral.

Muchas corrientes éticas han criticado al emotivismo precisamente su subjetividad (y por tanto su incapacidad de formular leyes morales de alcance universal: el criterio de Hume acerca de abstraer las circunstancias personales se considera insuficiente). Para los críticos del emotivismo, hacer depender la moral de un sentimiento interior de rechazo o aprobación personal, significa caer en el relativismo. Entre estas corrientes críticas con las consecuencias prácticas que se derivan del emotivismo, podemos destacar las siguientes: la ética kantiana, la ética de los valores, el prescriptivismo y las éticas fundamentadas en el contrato social, como las de Rawls o de H. Jonas (la ética ecológica).

BIBLIOGRAFÍA:
- José Mª GARCÍA GUTIÉRREZ, Diccionario de Ética y Política, Mileto ed., 2002 (CDrom)

También en PDF: Hume: El emotivismo moral