lunes, 10 de octubre de 2011

LA ACABADORA

«Hay pensamientos que, como los ojos de las lechuzas, no soportan la luz diurna. Sólo pueden nacer de noche y cumplen la misma función que la luna, necesaria para cambiar de sentido mareas en algún recoveco invisible del alma. Pensamientos de ésos, Bonaria Urrai tenía algunos, y con el tiempo había aprendido a estar en guardia respecto a ellos, escogiendo con paciencia las noches en que hacerlos surgir. No había llorado mucho al abandonar la casa de los Bastíu cargada con el peso de la respiración de Nicola, pero cada una de aquellas lágrimas había dejado un surco nuevo en su rostro, marcado ya por el tiempo».

Michela MURGIA, La acabadora,
Salamandra, Barcelona, 2011 (Pg. 106)