La evolución ha cargado con conceptos e interpretaciones falsas, que reflejan prejuicios sociales y fantasías ideológicas muy arraigados en Occidente, pero no ajustados a los hechos de la naturaleza. […]. El más pernicioso y entorpecedor de estos prejuicios es el concepto de progreso: la idea de que la evolución obedece a una fuerza impulsora o que manifiesta una irresistible tendencia hacia una mayor complejidad, un mejor diseño biomecánico, un cerebro más grande o cualquier otra definición de progreso […] centrada en el eterno deseo humano de situarnos por encima del resto de la naturaleza […].
Stephen J. GOULD, en
VV. AA., Así son las cosas. De los orígenes del cosmos; de la evolución de la mente; del pasado al futuro