Puesto que todo saber y todo elegir tienden a algún bien, volvamos a plantearnos cuál es la cuestión: cuál es la meta de la política y cuál es el bien supremo entre todos los que pueden realizarse. Sobre su nombre, casi todo el mundo está de acuerdo, pues todos dicen que es la felicidad y piensan que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero discuten sobre qué es la felicidad y no lo explican igual los que nada saben que los que tienen conocimientos. Pues unos creen que es algo tangible y visible, como el placer, la riqueza o los honores… Muchas veces incluso una misma persona opina cosas distintas: si está enferma, la salud; si es pobre, la riqueza; los que son conscientes de su ignorancia admiran a los que están por encima de los demás con sus palabras y pensamiento. Pero algunos creen que entre tantos posibles bienes, hay algo que es bueno por sí mismo y que es la causa de que todos los otros sean bienes.
Aristóteles, Ética a Nicómaco, I, 1095a 14-27