Para el filósofo alemán Inmanuel KANT (1724–1804), la bondad o maldad de nuestras acciones no reside en aquello que concretamente hacemos, sino en la intención con que lo hacemos. Es bueno lo que hacemos con buena voluntad. Por tanto, la moralidad es el sentido del deber que emana de uno mismo, no del exterior. Es nuestra propia conciencia la que nos impone como buena una acción. Es la autonomía de la conciencia del individuo la que marca el camino a seguir.
Kant nos dice que seguir leyes, normas o mandamientos impuestos por otros (heteronomía) no es cuestión de buena voluntad, sino ir a lo práctico: no robo porque está prohibido y penado con la cárcel; me esfuerzo en realizar bien mi trabajo en la fábrica para que no me despidan; o me esfuerzo en los estudios para que estén contentos en casa. Las leyes exteriores a mi conciencia pueden ser tanto mandamientos de una religión, leyes civiles o las pautas de lo que está bien visto según la opinión mayoritaria. La verdadera moralidad nace del autoconvencimiento del propio sujeto: no robo, trabajo o estudio porque estoy convencido en conciencia de que ése es mi deber.
Kant dice que tenemos fijada en nuestra conciencia, de forma innata (a priori), cuál es la forma que debe adoptar toda norma de conducta que nos auto–impongamos: actuar por humanidad, de forma desinteresada. De tal modo que estemos dispuestos a que esas normas que nos auto–imponemos, también todos los demás las puedan usar para regir sus respectivas vidas.
A esta norma la llama Imperativo Categórico. Y señala que es una norma formal: no nos ordena qué hemos de hacer en concreto. Eso lo debemos decidir nosotros. Sólo nos marca la forma que deben tener nuestras normas: poder ser normas para todo el mundo. Y da tres formulaciones de dicho imperativo, la primera de las cuales dice como sigue: «Actúa de tal forma que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre como principio de una legislación universal». Kant está firmemente convencido de que si todo el mundo actuara con buena voluntad, auto–imponiéndose normas de conducta que se adaptasen a esta norma formal, la humanidad iría mejor.
BIBLIOGRAFÍA:
– VV. AA. Praxis. Manual de Ética para 4º ESO, Octaedro, Barcelona, 1996
– Jean HERSCH, El gran asombro, Acantilado, Barcelona, 2010
También en PDF: Kant: la ética del deber
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